Campos de Golf
Santa Clara visto en panorámica desde el tee del 17
Vista desde el tee del 17 del campo de Santa Clara en Marbella.
McDivott visita Club de Golf Valderrama
Al tercer intento pude conseguir por fin uno de los difíciles de encontrar tee times de Valderrama y, con bastante ilusión, me encaminé con mi compañero de juego una mañana de lunes a primeros de enero a probar este campo de renombre mundial. Qué diferencia hay con la nueva autopista. Tardé en llegar sólo 50 minutos desde Fuengirola. Sabía qué salida tomar gracias a Noelia, del servicio de reservas de Valderrama, quien me dio todos los detalles, junto con las reglas del club de golf, cuando me confirmó mi tee time, meses antes. Me encantó leer en esas reglas que el uso de los teléfonos móviles está totalmente prohibido en los límites del club.
Durante la jornada me di cuenta de lo maravilloso que es el juego del golf cuando me vi a mí mismo caminando por las mismas calles que lo habían hecho los mejores jugadores del mundo hacía pocos años. ¿Qué otro deporte te brinda esa oportunidad? Woods, Mickelson, Duval, García y Montgomerie, por citar sólo a unos pocos, se habían enfrentado a este campo, con distintos grados de éxito. Me vinieron a la memoria las dificultades con las que se topó Tiger Woods en el hoyo 17 durante sus visitas a Valderrama, y de repente me sentí muy extraño. ”Relájate, Finn”, me dije a mí mismo, “es sólo un juego”.
Tras franquear el puesto de seguridad en la entrada (primera indicación de que este club es algo diferente), nos recibió el director general del club, Derek Brown, que nos brindó una cálida bienvenida y nos deseó un buena jornada de golf. Luego nos registramos y nos dijeron que Valderrama era una zona exenta de dinero y que si intentábamos comprar algo nos pedirían una tarjeta inteligente que se adquiere en el club y que va registrando los gastos, reembolsándose al final el dinero restante si no se ha gastado todo. Luego fuimos al Spike Bar a tomar un café y a comer algo, y el servicio fue de primera. Las chicas nos hicieron sentirnos muy a gusto y todo fue servido acompañado de una sonrisa. En el bar se exhiben fotografías memorables de la Ryder Cup de 1997 (la mayoría de ellas realizadas por Jeff Kelly, editor de Andalucía Golf), y una de las paredes está dedicada a los ganadores del Volvo Masters, todos alineados como soldados en un desfile militar. Me di cuenta de que Montgomerie y Langer, ganadores conjuntos de la pasada edición del torneo, aún no tienen sus reconocimiento conjunto en esa pared.
Iba a llegar nuestra hora de la verdad y cuando cogimos el buggy nuestros palos ya estaban abordo. Con salidas al campo cada 15 minutos, la partida que iba por delante tenía un componente de renombre, José María Cañizares. Desde el tee del 1 todo parecía inmaculado y la calle no parecía en absoluta amenazadora. En seguida cambié mi percepción cuando me vi con hierro 6 después de no haber hecho nada especialmente mal sino irme al lado incorrecto de la calle con mi drive. El green estaba en espléndidas condiciones, aunque no tan rápido como yo creía.
El hoyo 2 tiene un enorme alcornoque en medio de la calle y pronto te das cuenta de que la posición desde el tee es todo en este campo. Valderrama no es especialmente largo y no es el tipo de campo en el que saltas en cada tee blandiendo tu driver. Cada hoyo requiere esmero, algo que no suele ser una habilidad muy frecuente en la mayoría de los amateurs.
Después del hoyo 3, par 3, viene el primer hoyo largo, que en este caso tuvimos que jugar con viento muy fuerte. Pegar recto es la clave en este hoyo. El green está dividido en dos niveles, mientras que el lado izquierdo está resguardado por un árbol solitario que sobrevuela la superficie de pateo y es seguro que algún pitch pegará en sus ramas.
Desde el tee del 7 el green parecer encontrarse a kilómetros de distancia, aunque para nosotros es un par 5. Es difícil creer que en los grandes torneos jugados desde un tee retrasado este hoyo sea un par 4 y de repente me doy cuenta de lo fuerte que pueden pegar la bola los grandes jugadores, algo que no se aprecia realmente por televisión. Hoy, jugando con viento fuerte, el hoyo requiere tres buenos golpes para acercarse al green y yo sólo puedo maravillarme de la potencia y precisión que exhiben los grandes golfistas.
Al jugar en Valderrama la vista tiende a recorrer la belleza de los grandes árboles que, a modo de centinelas, exhiben sus majestuosos portes, algunos labrados a lo largo de 300 años. Uno se pregunta si estos árboles aprobarían el trasiego de golfistas en el que durante siglos fue su territorio privado.
En el tee del 8 viene el buggy de avituallamiento con una selección de sandwiches y bebidas y nos tomamos agua con gas antes de afrontar este difícil hoyo, que tiene un green elevado resguardado al frente por un búnker. Continue reading
McDivott visita Club de Golf El Chaparral
Los coches pasando por el gran arco de entrada de El Chaparral constituían una clara evidencia que el campo de golf había reabierto tras unos cuantos años de inactividad, y me vinieron a la memoria vagos recuerdos del antiguo campo mientras conducía hacia la casa club flanqueado por hileras de altos pinos.
La impresionante casa club no ha cambiado y dos sonrientes señoras atienden al público en la bien surtida tienda del profesional. A pesar de que había unos cuantos golfistas compitiendo para ser atendidos (algunos habían llegado tarde y trataban de cambiar sus tee times), las señoras solventaron bien la papeleta y trataron con cortesía y buen humor a los impacientes jugadores.
Una de las cosas que más llama la atención en El Chaparral son sus pinos, tan altos que parecen tocar el cielo. En cada hoyo del recorrido están presentes estos gigantes especímenes arbóreos. Da la sensación de que el campo hubiese sido esculpido en un pinar, y quizá fue así.
El tee del primer hoyo, elevado, está situado entre un grupo de pinos. El primer golpe intimida ya que hay que superar una vaguada para alcanzar la calle. Vi la salida de un grupo de cuatro escandinavos y necesitaron nueve golpes desde el tee para poder finalmente dejar sus respectivas bolas jugables en la calle. Y eso a pesar de los ejercicios de estiramiento muscular que habían practicado durante varios minutos antes de comenzar el juego. Una vez que se ha logrado superar con éxito la vaguada (hay unas cuantas en este campo), el hoyo, par 4, es totalmente recto aunque con una pronunciada subida hasta llegar al green, de dos niveles y con mucho espacio por detrás.
Entre los hoyos más destacables de El Chaparral cabe citar el 3, el 10 y el 12. El tercer hoyo del campo es un par 5 que tiene bien merecido el índice de dificultad 1. Se juega desde un tee elevado hacia un valle bastante abajo. Me recordó al hoyo 3 de Cabopino. La calle presenta peligrosos obstáculos a ambos lados, con agua incluida. A unos 200 metros desde el green, la calle gira hacia la izquierda, dejando un segundo golpe que ha de jugarse sobre otro valle. A la izquierda del green hay un segundo obstáculo de agua, mientras que dos pinos custodian el estrecho pero largo green.
El 10 es un par 3 que se juega desde un tee elevado. La bola debe volar entre una avenida de árboles en su camino hacia el green, que está a 149 metros de distancia. El green tiene forma triangular . Aunque puede resultar difícil, el hoyo es realmente muy bonito. Cuando lo jugué había un stand de “El Desafío del Millón de Dólares del Hoyo en Uno” en ayuda la un instituto de investigación de la diabetes.
El 12 requiere un difícil drive desde su tee elevado para superar la copa de los pinos y alcanzar la distante calle, que tiene un obstáculo a la izquierda. Justo antes del green y a su alrededor hay un serpenteante riachuelo, y mejor no desviarse a la derecha porque hay fuera de límites.
El campo concluye con un par 3 de 162 metros que se juega de Nuevo sobre un valle. El grande pero estrecho green está rodeado de pinos y tiene un búnker a la derecha. Los vestuarios tienen un buen tamaño y hay taquillas con llave para dejar las pertenencias. Aunque había duchas, no encontré ni jabón ni toallas, y tampoco había en las duchas bandejas para el jabón.. Pequeñas deficiencias fácilmente subsanables.
En el restaurante me uní a los muchos golfistas que disfrutaban del menú del día, consistente en sopa de patatas, filete de cerdo con salsa a la pimienta y fresas de postre. El precio, unos moderados 15 euros. Repasando mentalmente el recorrido, me doy cuenta de que tiene seis pares 3, seis pares 4 y seis pares 5. No recuerdo ningún otro campo de golf con esa misma configuración.
Una pequeña crítica sobre el campo podría ser la falta de señales de dirección, ya que hay varias ocasiones durante el recorrido en que uno está confuso sobre qué dirección tomar. ¡Quizá fue culpa de mi edad! Aunque el green fee es de unos realistas 65 euros, un buggy (30 euros) se hace necesario excepto para aquellos en buena forma para recorrer con comodidad un campo con tantas subidas y bajadas y con considerables distancias entre algunos greenes y tees.
El Chaparral es un excelente reto y un campo para disfrutar, especialmente para aquellos con una razonable habilidad en el juego. Los neófitos en este deporte harían bien en traerse un buen puñado de bolas… por si las moscas.
Árticulo reproducido cortesia de Andalucia Golf
Las opiniones vertidas no reflejan la opinión o datos contrastados por Golf in Spain y son reponsabilidad de su/s autor/es.
Escapadas de golf que incluyen El Chaparral
McDivott visita Aloha golf club
Habían pasado incontables años desde la última vez que jugué en Aloha. En la actualidad la zona de Nueva Andalucía, en el Valle del Golf de Marbella, es un laberinto con nuevas construcciones en todas las esquinas y una infinita sucesión de rotondas. A pesar de las dificultades, por no mencionar mi bien conocida falta de destreza a la hora de orientarme, pude encontrar finalmente el campo de golf.
Puedo adelantar que el esfuerzo valió la pena y que Aloha es uno de los más impresionantes campos y también su casa club que he visitado en mucho tiempo. Durante los últimos años se han invertido grandes sumas de dinero en modernizar los vestuarios y el restaurantes, y ambas zonas rivalizan ahora con las mejores que ofrece la Costa del Sol. No faltan saunas ni potentes duchas en los vestuarios. Los suelos de madera del restaurante, que combinan a la perfección con el cristal de las mesas, junto con la amabilidad del personal, hacen de cualquier comida una memorable acontecimiento en Aloha Golf.
Durante muchos años Aloha fue un club exclusivamente de socios, pero este invierno han decidido compartir su tesoro con algunos visitantes, con green fees a 140 euros disponibles desde mediados de diciembre hasta mediados de febrero. Los golfistas que quieran arriesgarse con sus salidas y hagan su reserva con 48 horas de antelación se beneficiarán de cuatro green fees por el precio de tres.
La tienda del profesional está en cierto sentido algo anticuada y me recuerda a aquellas habituales en los clubes de golf de Gran Bretaña e Irlanda durante los años 60. Sin embargo, los cambios ya están en marcha y pronto esta zona estará acorde con la grandeza de las otras ya actualizadas del club.
Luis Navarro, director general de Aloha, está a punto de cumplir su primer año en este cargo y, asumiendo que sus habilidades profesionales están al mismo nivel que su impresionante capacidad para las relaciones públicas, entonces el club tiene una persona de primera clase al frente de sus designios.
A la hora de registrarme, traté con el caddie-master, Simon, que me dio la bienvenida con una sonrisa y se cercioró de que yo tenía una tarjeta del campo, deseándome un feliz juego. Cuando el visitante entra en un club exclusivamente de socios se siente a menudo como un intruso que está siendo tolerado como mal menor. Sin embargo, nunca sentí esa sensación durante mi estancia en Aloha; al contrario, todo el personal me deparó siempre una acogida más que agradable.
En cuanto al campo en sí, me encuentro ante un terreno de juego bellamente presentado y con un mantenimiento inmaculado. Al final de mi ronda, la sensación que me queda es de estar ante un campo que rezuma madurez por todos su poros y que está cuidado con gran mimo por el ejército de greenkeepers que me encontré durante mi visita.
Tras darme una ducha en los vestuarios ‘palaciegos’, fui al restaurante y saboreé una suculenta baguette que, junto con un botellín de agua y un café, me costaron unos razonables 9,70 euros. La profesionalidad del camarero a la hora de atender un pedido tan minúsculo fue el colofón para un día memorable en un memorable club. Mientras Aloha bien puede ser considerado como uno de los campos caros, el servicio que ofrece debería de servir de ejemplo a los otros campos de la zona que fallan en ofrecer unos niveles necesarios para que la Costa del Sol se mantenga líder en la industria del golf turístico. La mayoría de los golfistas se sentirán totalmente satisfechos por pagar una cantidad extra y disfrutar de una experiencia tan grata como la que proporciona Aloha Golf.
Árticulo reproducido cortesia de Andalucia Golf
Las opiniones vertidas no reflejan la opinión o datos contrastados por Golf in Spain y son reponsabilidad de su/s autor/es.
McDivott visita Almenara
Abierto en 1998, Almenara, de 27 hoyos, consta de tres recorridos de nueve hoyos salidos de la mente del ex jugador de Ryder Cup y prestigioso diseñador de campos Dave Thomas. El campo incluye además unas amplias instalaciones de prácticas y de enseñanza. Un magnífico hotel con un soberbio Spa, tienda de golf y restaurante completan este espléndido complejo.
A la llegada conocí a Lotta, un nuevo miembro del personal de golf recientemente llegado de Suecia, quien me mostró las instalaciones con gran satisfacción. Los vestuarios han sido decorados con mucho gusto y tienen numerosas taquillas y llamativas duchas. La única pega es que quizá los asientos sean escasos. Esto no ocurre en el restaurante, que ha sido ampliado y ahora está mucho mejor. La parte interior puede albergar cien comensales, y hay una pequeña zona anexa para comidas privadas, lo que parece una buena idea. También la terraza se ha ampliado y ahora Almenara puede satisfacer cómodamente las necesidades gastronómicas de su clientela.
El buggy, nuevo y reluciente, me lo entrega Pedro, el caddie master, que también me da un Strokesaver con la tarjeta del campo y me desea con una sonrisa que disfrute de una buena ronda de golf. ¡Qué fácil es hacer que el visitante se sienta a gusto!
He disfrutado de un día de paz y silencio. Me ha impresionado la calidad de los greenes y me he dado cuenta de que el personal que se encarga de su cuidado está trabajando duro y haciendo notables mejoras en el campo para prepararlo de cara a la próxima temporada.
Sentado en la terraza del restaurante, bajo un gran parasol, llegó el momento de comer y beber algo. De donde yo vengo, este sitio se llamaría el Hoyo 19, pero en Almenara, por razones obvias, se llama el Hoyo 28. La vista, que se extiende sobre la macrourbanización Sotogrande con el Mediterráneo a su espalda, es cautivadora. Salí de mi estado de deleitación visual cuando una sonriente Pepi anotó diligentemente mi petición gastronómica. Casi de inmediato, la atenta camarera regresó con una botella de agua con gas. Apenas había comenzado a beber cuando el salmón ahumado y el queso cremoso que había pedido ya estaban sobre mi mesa. Máxima eficiencia.
La comida fue muy buena y la cuenta, comedida, ya que ascendió a 12,63 euros. Sólo la vista que se divisa desde allí vale ese dinero. Jaime Anabitarte es el director de golf de los campos de Almenara y La Reserva, ambos propiedad de Sotogrande S.A. Sería muy difícil encontrar un director más experimentado que él. Jaime sabe cómo hay que presentar un campo de golf y ha fijado muy altos estándares en todas las instalaciones y servicios. Disfruté de la jornada y me fui con la clara impresión de que Almenara Golf es un purasangre que se suma al establo de grandes campos de Sotogrande.
Árticulo reproducido cortesia de Andalucia Golf
Las opiniones vertidas no reflejan la opinión o datos contrastados por Golf in Spain y son reponsabilidad de su/s autor/es.
Escapadas de golf que incluyen Almenara
Semana de Torneos en Santa Clara
El club de golf Santa Clara de Marbella culminó el Domingo 14 de Agosto con la “Copa de Oro” diez días de frenética actividad de golf.
La agenda de Agosto arrancó con el VI Campeonato de Andalucía de Dobles Profesionales los días 4 y 5 de Agosto con un proam y entrega de premios el Sábado 6. A la cita acudieron numerosos profesionales de prestigio entre los que destacaban Miguel Angel Jiménez, que entrena en ocasiones en este campo, en el que ya ganó el Campeonato de España Banco Atlántico 2003 y Manolo Piñero que también entrego diversos premios.
La semana amateur continuaba el Miércoles 10 de Agosto con la celebración del torneo conmemorativo del décimo aniversario de “Golf in Spain®” y el torneo Porsche el Jueves 11, ambos en stableford individual.
El Viernes 12 tuvo lugar en formato Copa Canada, el torneo Promociones la Montua seguido del “am-am” de la Copa Presidente el sábado. El domingo, con la Copa de Oro en formato Medal Play se cerraba esta “semana del club” a la que se pretende dar continuidad en los próximos años dado el éxito de participación.
La entrega de premios tuvo lugar el Domingo por noche en la hermosa terraza con vistas al campo de la Casa Club, y en ella se entregaron los numerosos trofeos y por sorteo, material de golf Callaway, fines de semana de golf en Huelva, Cádiz y Antequera y entradas para Volvo Masters.
Ganador 1ª categoría: Jose Luis Molina (36 ptos)
Ganador 2ª categoría: Pelayo Gomez (42 puntos)
Torneo Porsche
Ganador 1ª categoría: PAULINO MARCOS (47 ptos)
Ganador 2ª categoría: 1º FERNANDO SANCHEZ (54 ptos)
Ganadora Señoras: 1º – CRISTINA DOMÍNGUEZ – 39 ptos
Torneo Promociones La Montua
Ganadores: FEDERICO VELASCO y JOSE Mª SÁNCHEZ – 87 ptos
Torneo Presidente
Ganadores (116 puntos): Luis Diez
Manuel Aceña
Cristina Domínguez
David Arana
Copa de Oro
1ª categoría HCP Jose María Gómez – 67 golpes
1ª categoría HCP señoras Cristina Dominguez – 69 golpes
1ª categoría scratch Francisco Rodriguez – 74 golpes
1ª cat. scratch señoras Pilar Rebui – 81 golpes
FOTOS