Padres e Hijos

Por Maria Acacia López Bachiller

En España hay varias familias de profesionales de golf, de dos, e incluso de tres generaciones, formadas por padres-hijos, hermanos, tíos-sobrinos-primos: Álvarez, Aparicio, Arruti, Ballesteros, Beautell, Benito, Cabanillas, Cañizares, Carriles, del Castillo, Céspedes-Rodríguez, Gallardo, García, Garrido, González, Jiménez, Hospital, Hurtado, Lara, Luna, Martín, Miguel, Montes, Navarro, Parrón, Pérez, Piñero, Quirós, Rivero, Rodríguez, Sánchez, Sota, Tapia, Zafra… Nunca habían competido (en nuestro país) en un torneo profesional tres parejas de padres e hijos, como sucedió en el Cuatro Tours Aeropuerto Castellón Costa Azahar, que se celebró para conmemorar los 25 años del Club de Campo del Mediterráneo.

A través del golf, Víctor García Antonio Garrido y José Mª Cañizares han educado a Sergio, Nacho y Gabriel , les han enseñado el swing y el putt y también la manera de comportarse en la vida, y así lo relatan. A su vez, los padres reconocen que han aprendido mucho, y todavía continúan aprendiendo de sus hijos.

Víctor García, 53 años, profesional desde los 20 : “Desde muy pequeñito vi que a Sergio el golf le encantaba. Utilizaba el plumero de quitar el polvo como palo y hacía swings en casa todo el día, con el plumero en la mano; su madre lo buscaba para limpiar y siempre lo tenía Sergio. Cuando empezó a jugar yo le obligué un poquito a hacerlo con palos cortados, él era bajito y creía que con los largos no lo iba a hacer muy bien, pero él se empeñaba y, cuando le daba con un poco de fuerza, lo hacía bien. Luego, al cabo de los años, cuando era mayor con 17 ó 18, es curioso porque cogía el palo de medio puño para abajo, lo cogía muy corto. Actualmente, su driver y su madera tres son más cortos de lo normal. El consejo que siempre les he dado a Sergio y a mis otros dos hijos es que cuando quieran hacer una cosa la hagan bien, yo siempre he sido bastante disciplinado, y les he dicho que lo que hiciesen había que hacerlo con ganas y que les gustase. He ido mucho de caddie con él y el último torneo fue en Augusta, me había brindado el regalo de ser allí su caddie en el 99, todavía como amateur. Era la primera vez que yo iba al Masters de Augusta y aquello era grandioso. Recuerdo especialmente en el hoyo 14, y en el 18 también, que la gente empezó a aplaudir, se pusieron de pie, se me puso la carne de gallina y me quedé más pequeño que la bolsa. Otro momento muy especial en el 96, fue en Royal Lytham & St. Annes, en el hoyo cuatro se fue a la derecha, dio un mal golpe y estaba casi imposible, pero luego dio un golpe tremendo, fantástico, y todos aplaudían y también se pusieron de pie. De Sergio he aprendido su tranquilidad y su poder de confianza, yo, a su lado, no podía ni golpear la bola, soy un obrero del golf, yo necesito bastante práctica, él no, y eso me admira. Lo mismo que yo trato de corregir cosas de su swing, él me da consejos en el golpe corto… pero no hay manera de arreglarlo”.

Antonio Garrido, 59 años, pro desde los 17 : “Lo que más recuerdo de Nacho es lo que le gustaba esto, se pasaba de sol a sol con un palo en la mano, no me dejaba un momento. Era un niño muy bueno, en general. Desde muy pequeño, pequeñísimo, le recuerdo con un palo en las manos. Los consejos que yo siempre le he dado han sido más de comportamiento en la vida, de golf, muy poquitos. Yo quería que aprendiera él, sin que nadie le enseñara, cosa que ahora es todo lo contrario, no en él sino en general, y no debe ser ni una cosa ni otra, siempre hay un término medio. Estoy muy orgulloso de cómo le van las cosas. Él a mi me ha hecho mucho de caddie y lo que más me admiraba era su prudencia, no decía nunca nada, muy callado siempre. Cuando yo le he hecho de caddie a él ha sido diferente, porque siempre ha tratado de que yo le diera consejos, cosa a la que me he negado en esos momentos. El mejor consejo que puedo darle: animarle cuando las cosas van mal, todo lo demás… sobra. De él he aprendido su entrega a esta profesión, aunque yo también me he entregado, pero él lo ha hecho mejor que yo”.

José Mª Cañizares, 56 años, pro desde los 19 : “Gabriel era un niño guapísimo, un niño de foto, eso sí, un poco llorón. Le llevaba al campo de prácticas y se sentaba, me miraba, de vez en cuando cogía una bola y le daba. Al principio le hice palos pequeñitos pero él prefería coger los míos, decía que le pegaba más fuerte. Yo no le tenía que decir mucho coge el palo así, lo cogía bien y lo hacía bien. No me hizo mucho de caddie, recuerdo una vez en el Open Británico, pero no muchas veces, lo pasaba mal y me decía “yo no quiero ser profesional, se sufre mucho”, pero al final… mira, profesional como su padre. Yo le he hecho muy poco de caddie, no le gusta, se siente un poco incómodo, los dos vemos los golpes de distinta forma. A mis tres hijos siempre les he dicho que hagan lo que les guste pero que sean los mejores en lo que hagan, no que traten de serlo, no, tratar, trata todo el mundo, pero hay que lograr serlo. De Gabriel he aprendido muchas cosas, de él y de mis tres hijos, me están enseñando constantemente, me están enseñando todo en la vida. Lo que yo hacía de joven y la vida que llevaba, y la de ellos, no tiene nada que ver. Yo no añoro mi vida, no digo que lo pasé mal, simplemente no teníamos otra cosa. Si miras cómo viven ellos, cómo hablan, cómo se comportan, yo he aprendido todo de ellos y cuando hablamos me dicen “papá, tu vives en otra galaxia”.  

Sergio García, 24 años, pro desde los 19 : “Los primeros recuerdos que tengo son cuando mi padre cogía palos de hombre y los recortaba a mi altura, y yo le decía “no, yo no quiero estos, yo quiero palos de verdad, no de niño”. Por supuesto que me daba muchos consejos, cuando era pequeño y también me los da ahora. Quizás uno de los que más me ha calado es que fuera siempre positivo, lo más posible con todo en la vida. Me reñía lo normal, un poquito, yo no era de los peores, hacía mis travesuras, un poquito de todo, pero él me reñía lo normal. Yo me pasaba todo el día en el campo de prácticas dando golpes, él me veía, aquí había escuelas de golf, tenis y fútbol y él me veía en la de golf. Me aconsejaba cómo coger el palo pero me dejaba que yo lo hiciera a mi manera, sabía que a un niño pequeño no se le puede forzar, hay que dejarle a su aire. Alguna vez le hice de caddie pero me ha hecho más él a mi que yo a él. Estos últimos años, cuando han criticado a mi padre diciendo que yo debía cambiar de profesor porque con él no iba a avanzar más, está claro que yo estaba dolido. Le criticaban sin tener por qué, el que estaba jugando mal era yo y no tenían por qué meterse con mi padre. Le veía un poquito fastidiado, todo el mundo dudaba de él y no se lo merecía, y eso a mí me dolía mucho. Otro de los consejos que me ha dado es que tengo que divertirme mucho, ante todo pasármelo bien en el campo y fuera de él y, sobre todo, ser yo mismo”.  

Nacho Garrido, 31 años, pro desde los 20 : “Debía tener unos dos años cuando mi padre me dio un palo de plástico. Me enseñó solo a coger el palo y a poner los pies, lo demás lo tuve que aprender solito, él siempre ha pensado que hay que desarrollar el juego natural. Yo le hice muchas veces de caddie, recuerdo una en especial cuando terminó segundo en Alemania, iba líder saliendo el domingo y McNulty hizo 63 para ganarnos. Mi padre hizo 20 bajo par y lo pasamos muy bien, yo debía tener 15 ó 16 años. También recuerdo con especial cariño algunos match-play que se jugaban en La Moraleja, él los ganó un par de veces y era muy emocionante. Mi padre me ha enseñado mucho, como jugador y como persona. Me ha enseñado que hay que intentar ser siempre igual, tanto si juegas bien como si lo haces mal, en el campo de golf y fuera de él. Nadie tiene que pagar por tus platos rotos ni por tu euforia. Es un buen consejo pero no es fácil de seguir, y lo mismo vale en el deporte que fuera de él. También me ha enseñado que no tienes que sentirte más que nadie, ni todo lo contrario, todos, como jugadores y como personas, a la hora de la verdad, todos somos iguales y hay que tratar a todo el mundo por igual”.  

Gabriel Cañizares, 29 años, pro desde los 23 : “He jugado con mi padre en algunas ocasiones, Campeonato de Andalucía, alguna Final del Peugeot Tour, Campeonato de España… pero no muchas. Mi padre fue quien me enseñó a jugar, nunca he tenido otro profesor, debía tener dos o tres años cuando me dio un palo de golf. Recuerdo cuando venía a casa –viajaba sin parar-, era como una fiesta, y con cinco o seis años empezó a llevarme a dar bolas cuando iba él. Cuando era pequeño y no tenía cole le hacía de caddie, entonces todo me parecía enorme. Recuerdo un Open Británico en Escocia, se puso líder los seis o siete primeros hoyos y yo, al ver su nombre en las pizarras de los líderes, flipaba, y luego no pasó el corte. Me ha dado muchos consejos, por ejemplo, a veces, cuando el hoyo se te da mal, hay que pensar que es mejor hacer cinco que seis golpes, no arriesgarte tanto, saber estar en el campo, saber mantener tu estrategia y, sobre todo, confiar en ti mismo y creértelo. Ver un golpe y estar convencido de que va a salir, independientemente de que salga o no, ya sé que eso es de cajón, pero es tan simple como complicado. También me ha enseñado que cuando hay hoyos complicados donde se debe jugar hierro, vas enfadado o no lo piensas y pegas el driver, te complicas y no se pueden hacer esas tonterías, hay que arriesgar cuando es necesario y saber cuándo no se puede arriesgar demasiado, en el golf y en la vida”.